“El retrato de Dorian Gray” es uno de esos libros clásicos que se usan de referencia para demostrar la buena literatura.
Dejando de lado la vida privada y pública de Oscar Wilde, lo que tenemos acá puede ser analizado en múltiples niveles (como normalmente hacen muchos críticos o expertos), en mi caso particular, me centraré en dos puntos de vista. El literario y el argumental.
Desde un punto de vista estrictamente literario, de como se escribe “El retrato de Dorian Gray” nos muestra un espectáculo de imágenes, sensaciones y movimientos descritos de una manera magistral. Wilde nos bombardea con descripciones indirectas de situaciones y acciones de tal manera que no hace falta que nos mencione la acción para entender el suceso, por ejemplo cuando Dorian Gray se ruboriza, Wilde prefiere decir “Una rosa se agitó en su sangre, encendiéndole las mejillas”. La teatralidad y el uso de dichas referencias hacen de este libro un caleidoscopio de imágenes impresionante lo cual es el deleite de cualquier lectura.
El otro punto para hablar es el del argumento, de acerca de que se escribe. La historia parece bastante simple; el pintor Basil Hallward ha conocido a un bellísimo joven llamado Dorian Gray y está pintando su retrato. Por intermedio de Basil, Dorian conoce a Lord Henry Wotton y este decide “experimentar” un poco con él, presentándole sus teorías acerca del comportamiento humano y de la belleza, sobre todo de esta última.
Las palabras de Wotton calan profundamente en el espíritu de Dorian Gray y en un acto de pura vanidad pide que sea el grandioso retrato de Hallward el que cargue con todos los defectos de la edad mientras que el propio Dorian no se vea afectado por el tiempo.
Este suceso sin importancia sería exactamente eso a no se por que la primera desgracia llega a manos (o, en este caso de manos) de Dorian Gray. Este se enamora de una desconocida actriz de teatro, llega al punto de pedirle matrimonio. Orgulloso de su descubrimiento y de sus acciones invita a Wotton y a Hallward a una función en el teatrillo en el que ella trabaja. Fue la peor presentación que se conociera, por esa razón Gray decide romper con ella y este hecho conduce a la actriz al suicidio.
A partir de acá lo que tenemos es un estudio acerca del hedonismo y que podría pasar si es que nuestras acciones no dejaran huella en nuestra conciencia. Por que desde que es el retrato el que envejece y no Dorian Gray, este retrato se convierte de alguna manera en su conciencia, cargando sus pecados, deformando y retorciendo su alma.
La imparable búsqueda de Gray por el placer lo lleva a corromper a muchas personas a su alrededor, su nombre empieza a ser mencionado en voz baja en algunos círculos, pero su eterna juventud lo hace parecer inocente.
Pero el peso de sus acciones recaerá en Gray eventualmente y todos sus pecados serán cobrados. Es fácil llevar un comportamiento de excesos y egoísta si es que uno pudiera colgar su conciencia en un cuarto vacío.
“El retrato de Dorian Gray” se ha ganado la reputación de un libro clásico y de renombre mundial por derecho propio. Es uno de esos textos que tiene que ser leído.
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