En un principio la guerra interminable parece una nueva versión de “Tropas del espacio” de Heinlein pero mientras la historia avanza las divergencias se acrecientan logrando un libro bastante diferente con puntos de vista bastante interesantes.
La primera y más obvia similitud es el aspecto militarista (por lo menos inicial) de ambas historias. En “La guerra interminable” el personaje principal es William Mandella un joven recluta con un titulo de física que esta siendo entrenado para enfrentarse con una raza alienígena, los Taurinos. El entrenamiento es duro e implacable. Muchos de los reclutas mueren en el proceso, lo cual endurece de alguna manera a esta pequeña fuerza de choque. Hay que recalcar que el grupo de Mandella va a ser el primero que va a tener contacto con los alienígenas.
Pero esta lucha con los taurinos tiene una contraparte. Para poder pelear contra ellos hay que viajar hasta lo que se conoce como “colapsares” (¿agujeros de gusano tal vez?), lo cual les permite ir de un lado al otro de la galaxia casi inmediatamente, pero el tránsito entre uno y otro colapsar se realiza a velocidades cercanas a la de la luz, por lo que entran en acción la física enisteniana y las teorías relativistas.
Cada viaje de esta fuerza de choque que toma meses en el tiempo subjetivo de los viajeros, son en realidad años o cientos de años en el tiempo real. Esta diferencia temporal marca dos aspectos fundamentales en la vida de Mandella y sus compañeros. El primero es la tecnología de la guerra. De una batalla a otra ha pasado tanto tiempo que el desfase tecnológico podría considerarse como atacar con mosquetes a soldados con rifles de repetición. Cada nueva batalla es una especie de ruleta pues no saben si la tecnología humana va a estar por debajo o por encima de la de los taurinos.
Otro aspecto que marca profundamente a los soldados son las diferencias culturales entre un período de descanso y otro. Partimos con un grupo de soldados de finales del siglo XX con unos aspectos socio culturales muy parecidos a los que tenemos ahora, pero tras cada viaje vemos bruscos cambios tanto en lo social como en lo cultural. Vemos desde los ojos de un Mandella incapaz de adaptarse a los cambios la mutación de la sociedad humana por diversas etapas: El condicionamiento impuesto por un férreo control militar, la legalización del uso de la marihuana, las aceptación abierta y natural de la homosexualidad y el fomento de la homosexualidad por parte del gobierno como una forma de control de la natalidad.
Todas estas exploraciones que hace Haldeman las realiza a través de los ojos de Mandella, un personaje con profundidad y humano, recluta que va haciéndose más duro y curtido durante la guerra pero que en ningún momento pierde esa chispa que lo hace criticar al ejército, la ridícula carrera armamentista en la que se encuentra y la facilidad de algunos generales de “hacer la guerra de lejos”, pues final en este libro en particular la guerra es eterna por que es la mejor manera de mantener bajo control militar a la sociedad.
Un libro interesante y bien escrito. Una crítica hacia la guerra y los militares. Una lección de física relativista. Todo esto y algo más es “La guerra interminable”. Vale la pena darle una leída.