Tercera y última entrega de la primera trilogía de Bernard Samson.
Como en los libros anteriores (y espero que en los demás también), Deigthon nos envuelve con trama intensa, llena de giros y sorpresas que nos mantiene pegados a la lectura.
Luego que Stinnes desertara en México el servicio de inteligencia británico se encuentra destruyendo redes de espionaje enemigas gracias a la información ha proporcionado. Uno de esos soplos lleva a Bernard a realizar una redada en Berlín para atrapar a un funcionario inglés. Junto con el funcionario capturan a una mujer de mediana edad cuya única función era la de enviar información crítica a Moscú. Pero la confesión de mujer deja perplejo a Bernard por que le da a entender que pasaba información de dos agentes infiltrados en el servicio secreto inglés. Uno era Fiona, su esposa ahora desertora y el otro un desconocido que aún está operativo. Las sospechas se hacen más fuertes cuando dicha mujer resulta muerta luego secuestro orquestado aparentemente por miembros de la KGB.
Con esa premisa Bernard empieza a realizar algunas averiguaciones acerca de sus jefes y del sistema estándar de operaciones de los rusos (tiene a Stinnes para validar esa información). Poco a poco las sospechas y pruebas circunstanciales empiezan a caer sobre Dicky Cruyer, de quien Bernard sospechaba que tuvo una aventura con su esposa.
La trama se desarrolla tanto en lo personal como en lo laboral. Bernard tiene que resolver los problemas tiene su relación con Gloria, una hermosa joven con la que está saliendo. Las dificultades que pasa con ella se dan no sólo por la diferencia de edades si no también por que lentamente está tomando el lugar de la madre de sus hijos.
También tiene que ser mediador entre su extraordinariamente liberal cuñada y su esposo, un buen hombre con demasiada paciencia que, al igual que Bernard, es tratado como una persona de segunda categoría por su suegro.
Como en las entregas anteriores Bernard tiene que hacer frente a burócratas sin criterio y con mucho poder. Entre ellos el propio Dicky Cruyer que buscando mejorar su situación decide participar en un par de operaciones en Londres. Operaciones que terminan hechas un desastre e inculpando más a Cruyer como sospechoso de ser agente enemigo.
El punto más álgido de la trama es el encuentro que tienen Fiona y Bernard, en donde la excusa de un intercambio de prisioneros hace que estos dos espías se enfrentes por algo más mundano pero más cercano, la tenencia de sus hijos.
El libro se desenvuelve con agilidad y rapidez. Como en los anteriores vemos que el espionaje está lejos de ser un trabajo glamoroso o con recompensas. Es un trabajo de horas frías, de rincones desconocidos, de traición y burocracia, de sospechas y equivocaciones que pueden costar vidas.
“El partido de Londres” es un cierre magistral a una de las mejores sagas que he leído. Deigthon demuestra no sólo el ser un gran escritor, también es un gran conocedor de los pormenores del espionaje.
La saga “Juego, Set y Partido” es imperdible para los amantes del género.