Cuarta entrega de las historias del clan Malaussène.
El libro inicia de una manera bastante normal, por así decirlo. Un grupo de abogados, asistentes, practicantes y cerrajeros tratan de embargar un departamento en Belleville… hasta que un pequeño, crucificado en una puerta, se los impide….
Como siempre Pennac sorprende. Sorprende por la calidad de la historia narrada y por como esta escrita.
Malaussène se encuentra en una etapa crucial, las cosas parece que van bastante bien, Juliette esta embarazada, el clan se ha extendido pese a la muerte del tío Stojil. Ahora esta con ellos Cissou La Nieve y Suzzane Oh’jos azules (ambos nombres dados por Jeremy)…
Pero nada es como debe ser con los Malaussène y menos con Benjamín. Nuevamente hace de chivo expiatorio, pero en este caso las complicaciones son mayúsculas; muertos, abortos, dolor, cárcel, envidia y funcionarios policiales (Elyerno, yerno de Coudrier) de estrechas miras harán que termine en la cárcel.
Como siempre Pennac con un humor ácido, negro y punzante le da la vuelta a la historia varias veces, dejándonos pasmados no sólo por como maneja la historia si no por lo agudo de sus observaciones y lo sarcástico de sus apuntes.
Un capítulo especial, determinante, gracioso y realmente ácido es cuando un grupo de abogados se presenta ante la celda de Benjamín para ayudarlo…. lo que dicen, las posturas que toman cuando entran y cuando salen no sólo hieren ferozmente la forma de ser de los abogados en general, tambien son una aguda crítica a nuestra sociedad y a los sistemas de justicia (sobre todo el francés).
Siempre hay algo más con Pennac, siempre hay algo extra con Benjamín Malaussène y este libro no es la excepción. Considero el mejor libro de la serie hasta el momento.
Ah, y el título lo es todo, desde el inicio hasta el final…….