El padre de Adrián fue un oficial de la marina que en la década de los 80 fue destacado a Huanta, en Ayacucho en plena guerra contra el terrorismo. La madre es una señora de sociedad típicamente limeña; el matrimonio no duró y tanto Adrián como su hermano Rubén vivieron a la sombra de la madre, sin mayor contacto con el papá.
Es a la muerte de la madre cuando el fantasma del pasado del padre de Adrián se hace presente en su vida, bajo la forma de una mujer que, quizas fue su amante, o su prisionera, o ambas cosas…..
Es desde acá donde Alonso Cueto nos lleva por un Perú que Adrián no conoce, del que ha sido protegido toda su vida; un Perú que aún sobrevive a los estragos de terrorismo.
Este libro no abre viejas heridas, como he oido decir a alguien, lo que hace es mostrar las cicatricez.
El Perú vivio una época difícil, dura, con la muerte al alcance de la mano día por día; Alonso Cueto no solo revive esas escenas, las pone en boca de los sobreviventes, nos enseña quienes fueron los que realmente llevaron la peor parte; aquellas personas que se encontraban en medio de los dos bandos, aquellos que recibieron tanto la zaña de los terroristas como la de las fuerzas armadas.
Este libro no es una apología ni a una ni a otra fuerza; es la historia de un hombre que quiere saber quien fue su padre y en el proceso aprende quienes fueron los sobrevivientes y que es lo que pasaron.
“La hora azul” escrito de una manera impecable, la descripción de los paisajes, de los personajes es detallada hasta el punto que te hace sentir que estas caminando por Huanta o manejando en la avenida Javier Prado.
Mención aparte merece, a mi parecer, la escena en donde Chacho, Guayo y Adrián estan tomando cerveza en un restaurant de Breña; la manufactura de dicho episodio es espectacular.
Es uno de esos libros que deben ser leidos, no sólo esta bien escrito, la historia es inmejorable y, como dije líneas atras, muestra cicatrices que no debemos olvidar.