Quizás la única cosa que realmente se puede extrañar de la guerra fría son novelas como esta.
“El juego de Berlín” nos lleva a Alemania de los setenta. Cuando El Muro dividía el mundo en dos ideologías contrapuestas y las tensiones entre Oriente y Occidente nos tenían en un precario equilibrio.
Bernard Samson es un espía británico cuarentón que no ha prosperado en su carrera, tiene buenos contactos en Berlín pues conoce la cuidad desde la infancia poco antes que se levantara El Muro, pero Bernard ha estado trabajando tras un escritorio por largo tiempo y lo obligan a volver al campo.
Brahms Cuatro es un agente encubierto que trabaja para el lado Oriental y ha estado pasando información valiosa a los ingleses por muchos años pero quiere desertar. Nadie lo conoce personalmente excepto Samson y es por eso que sus jefes lo obligan a volver, tiene que convencer a Brahms a quedarse un par de años más.
Samson se verá enfrentado y acorralado desde distintos puntos, los problemas personales se van a juntar con los recuerdos de un Berlín de su niñez. Los viejos amigos desconfían de él, los jefes son más políticos que espías y Bernard puede ser muy desagradable con ellos si lo desea.
La historia se desarrolla entre cortinas de humo, distracciones, traiciones y medias verdades que Samson va descubriendo lentamente. Los chivos expiatorios van surgiendo uno tras otro tratando de desviar la atención de Samson y esas circunstancias nos hace ver que el problema de Brahms Cuatro es algo bastante más complejo que la deserción de un espía importante, es también un juego político donde mezquinos empleados del gobierno desean mantener su puesto y el saber que de alguna manera en las altas esferas de la inteligencia británica hay un traidor.
A diferencia de otras novelas de espías en donde el Glamour y la buena vida están al lado del protagonista, acá nos encontramos con un espía más cercano a nosotros, con problemas matrimoniales, fricciones con sus jefes, un espía mundano y sucio, humano y creíble.
Pero aunque el misterio que Samson persigue se encuentre siempre un paso delante de él, cerrándole los caminos y tratando de enviarlo por desvíos que darían una solución rápida a su búsqueda, Bernard a desarrollado un olfato para el espionaje que le permite improvisar y en contadas ocasiones, adelantarse a sus enemigos.
“El juego de Berlín” es una de las mejores novelas de espías escritas. Traiciones, dobles agentes, asesinatos y el ominoso muro que divide una ciudad nos mantiene en vilo pasando las páginas tratando de descubrir que es lo que está pasando en Berlín y Londres. Una gran novela de una época en donde Oriente y Occidente se daban la mano con una sonrisa gélida.